MANOLITO GARDUÑO, EL TRIUNFO DE LA HUMILDAD.

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Una cuadrilla irrepetible de costaleros se queda huérfana, corrían los principios y los primeros pasos de una cuadrilla legendaria, la de Juan Vizcaya en San Gonzalo, fallece cuando más lo necesitaba su gente, cuando estaba empezando a germinar su milagro, tardes de entrenamientos en agosto, noches de ir y venir a Sevilla con la mitad de la cuadrilla y palos en bandas, chavales que daban la vida por un proyecto ilusionante y que empezaban a vivir una nueva forma de sentir, y todo se viene abajo, de un plumazo, tantas ilusiones y sueños se desmoronan, se rompen dramaticamente.... y aparece otro milagro, el de la propia cuadrilla.

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Una cuadrilla que se conjura en torno a la figura de su nuevo capataz, un niño con 16 años que ponen los costaleros al frente del martillo, Manolito Garduño, una cuadrilla que se alinea en forma, y que es Manolito su capataz, o allí no queda nadie ni cuadrilla, unos hombres aquellos, "que juran ley a Manolito Garduño", a partir de entonces, su capataz, hombres que dejaron y derramaron toda su sangre por un legado y la ponen en manos de Manolito, un capataz distinto, un amigo más, uno más de la cuadrilla, uno de los suyos, uno de los nuestros.

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Es a partir de entonces cuando San Gonzalo, y con el recuerdo siempre de Juan Vizcaya, empieza a dar muestras de lo que tantas horas de locuras e ilusiones se sembraron en tardes calurosas y seis meses de entrenamientos por delante....

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Es cuando Manolito Garduño empieza a escribir los renglones de una cuadrilla que muy pronto se gana la admiración de toda la incipiente Sevilla costalera de hermanos en esos momentos, su virtud; la humildad, su defecto; la humildad también..., un hombre nacido para ser el capataz del Soberano Poder de Dios, un hombre y unas manos, del que no se conciben otras, que las suyas propias, en ese llamador, imposible pensar en la delantera del paso de San Gonzalo sin la figura de Manolito Garduño.

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Escribir sobre Manolito en primera persona no puedo, no sería objetivo, no lo soy, para mi es algo más, muchísimo más que un hermano, infinitamente mas. Manolito es una forma de vida, una forma de sentir en San Gonzalo, con sus luces y con sus sombras, pero cuando esas tinieblas aparecen, de forma exhausta, me acuerdo sin perder un solo instante de lo que aquella cuadrilla primitiva juró un día y me enseño con los años a profesar, "la palabra de Manolito sera ley por siempre en San Gonzalo y sera respetada", y con ellas me quedo, y detrás y a pecho descubierto me tendrá siempre, como costalero y como amigo, y como a mi, a toda una legión de costaleros que desde aquellos años el orgullo de San Gonzalo ha sido siempre nuestra razón de ser, ni mejores ni peores, pero diferentes.

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Manolito Garduño, el gran desconocido de la semana santa de Sevilla, así lo quiso siempre, detrás de todo protagonismo, por delante y siempre también, el Soberano Poder y su cuadrilla de costaleros, esa es su escala de valores, pero el costalero de San Gonzalo puro y de hermandad, de la propia hermandad, porque es así y gracias en parte a ésta cuadrilla de valientes, como la hermandad empieza a crecer en torno a un paso de Cristo, evidentemente fue el lazo de unión perfecto entre la devoción y lo popular, una cuadrilla de costaleros pionera en mil formas de vivir.

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Gracias Manolito, porque hay que ser muy humilde para dejar en manos de la gente de abajo el mando de una chicotá, algo impensable hasta entonces, tu fuistes el que enseñó a muchos con tu comportamiento, a que en este bendito estilo que nace en San Gonzalo, el capataz solamente fuera los ojos del paso, hay que ser muy grande de corazón y despojarse de gloria, para dejar en manos de un revolucionario de las cofradías, (un tío que se recordará de por vida en los anales de la historia costalera, como el creador de un estilo y una forma de interpretar la música al compás de los costaleros, Bienvenido Puelles), la responsabilidad de un andar que nace en el Barrio león, y junto a él más tarde, aparecen otras voces autorizadas en esa cuadrilla, las de La Heidi y las de Pollero, sin olvidar, antes que todos ellos, y a la voz de inspiración, a La Pipi.

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Manolito Garduño y San Gonzalo, algún día tendrá el reconocimiento que merece, en la forma y fondo que merece, criticado hasta la saciedad por unos, aclamado y admirado por otros, solo se, que para mi, el único hombre que soy capaz de imaginar ahí delante, en San Gonzalo, solo en San Gonzalo, y me quedo con aquel conjuro de mis héroes, con aquellos benditos locos que empezaron, "La palabra de Manolito sera ley", ese es mi lema, el que escuché siempre a los viejos, y los habrá mejores, por supuesto que si, pero en honor y honradez por unos principios en San Gonzalo, aunque con ello se perjudicara asi mismo, y siempre le dio igual lo que pensaran fuera, ni tan siquiera serian capaz de empatarle, ganaría siempre por goleada, no quiero otro, no veo a otro, mi capataz, el de mi hermandad, el del Soberano Poder, el de San Gonzalo, el de un estilo propio, mi amigo, Manolito Garduño.

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Nada merece más la pena que mirar pa´rriba y ver la cara del Soberano cada Lunes Santo, y pa´bajo, y ver a tus hombres, no existe nada más importante que ello, y nada ni nadie podrá nunca hacer tambalear éste barco que navega entre timones de corazón, a lo tuyo, a lo nuestro, llama cuando quieras que estamos puestos, y pide por esa boca, que estamos en San Gonzalo, lo que tu mandes, tooos por iguá....

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